Dr. Félix Payo Losa, Asociación para la Defensa de la Sanidad Pública de Asturias (ADSPA)
A lo largo de las últimas décadas, numerosos estudios epidemiológicos poblacionales han mostrado repetidamente que los distintos niveles de contaminación ambiental existentes en la población se asocian a efectos nocivos sobre su salud. Hay evidencia de que la contaminación atmosférica puede causar, inducir o agravar cambios en la función pulmonar e incrementos en la morbilidad y mortalidad poblacional. La Organización Mundial de la Salud estimó en 2010 que más de 6 millones de personas mueren prematuramente cada año por causa de la contaminación ambiental.
Hay métodos de medida de los efectos de la contaminación ambiental sobre la salud que permiten valorar la evolución del problema así como controlar la eficacia de las intervenciones. El método implica la investigación de los contaminantes liberados, de la exposición, la investigación de las consecuencias y el riesgo estimado. Con esta precisión metodológica se ha realizado el estudio SAPALDIA, importante estudio epidemiológico realizado en ocho localidades de Suiza, dirigido por el Profesor N Künzli, (Institute for Social and Preventive Medicine, Universidad de Basilea) reclutando a cerca de 10.000 participantes entre 1991 y 2002. El estudio relaciona las enfermedades pulmonares y medidas de función pulmonar de los participantes con la contaminación ambiental que sufren. Los resultados del estudio son coherentes con estudios poblacionales similares en USA y Europa y concluyen que una compleja mezcla de contaminantes ambientales es la causante del deterioro de la salud de las poblaciones expuestas. Un relevante indicador de este aerosol atmosférico es el numero de partículas en suspensión con un 50 % de diámetro aerodinámico de 10 micras (PM10).
El efecto reportado por la contaminación ambiental sobre la salud es aceptado por la mayoría de la comunidad científica, pero comúnmente se ha creído que el impacto era pequeño. Esta interpretación se basa en que la magnitud del Riesgo Relativo entre poblaciones con alta y baja contaminación atmosférica es usualmente pequeña. Sin embargo, un pequeño riesgo relativo puede suponer un gran impacto para la salud pública, como es bien conocido por los profesionales de la epidemiología medioambiental (Prevention paradox, en Sick individuals and sick populations. Geoffrey Rose, International Journal of Epidemiology 1985;14: 32-38).
Entre otros resultados, el estudio SAPALDIA ha publicado en la población con alta contaminación, una disminución de 3.14 % en la media de la Capacidad Vital Forzada (CVF), esto es, – el volumen de aire máximo que puede ser espirarado después de una inspiración máxima: es una buena medida de cómo funciona el pulmón y se expresa en función del sexo, la edad, la talla y el peso, en % de la normalidad. Es una medida continua cuya variabilidad biológica es inferior al 5 % entre dos medidas. En grandes poblaciones se distribuye normalmente según una curva de Gauss, significando esto que lo individuos que se sitúan por debajo del 80 % del valor medio en la curva, son considerados con disminución de la función pulmonar relevante y con implicaciones clínicas.
Los investigadores del estudio SAPALDIA compararon una población expuesta a un nivel de contaminación anual media de 20 microgramos/m3 de PM10, con otra población similar expuesta a una contaminación ambiental anual media de 30 microgramos/m3 de PM10. El resultado es que Por lo tanto, un incremento de 10 microgramos de PM10 en el aire provoca un desvío, (disminución), de 3,14% en la media de la distribución de la CVF. El significado de este desvío no puede interpretarse en términos individuales, esto es interpretarlo referido a la variabilidad, lo que da lugar a interpretaciones erróneas y valoraciones como “pequeños cambios”. Lo correcto es interpretar el 3.14 % de disminución en términos poblacionales, en la curva de Gauss de la CVF. Este desvío de la distribución de la CVF hacia la izquierda en la campana de Gauss significa un incremento en el número de individuos con CVF menor del 80 % de la normalidad, en la población con exposición a contaminación ambiental más elevada. Y este hecho está lejos de ser “pequeños cambios”.
Entonces, el impacto de la contaminación sobre la salud viene determinado por el número de participantes con CVF menor del 80 % del valor teórico normal que ocupan del extremo izquierdo de la curva. En el estudio SAPALDIA, el resultado del desvío en el valor medio de CVF de 3.14 %, supone un incremento de la población con mayor exposición a contaminantes y que tienen una disminución clínicamente significativa de la de la función pulmonar. Este aumento es del 47 %. En otras palabras, la población expuesta a mayor nivel de contaminación tendría entre 76.000 y 87.000 de individuos con una limitación significativa de la función pulmonar, frente a 52.000 – 59.000 individuos afectados en la población con menor contaminación. Esta diferencia es atribuible al mayor nivel de contaminación y no puede considerarse como “pequeños cambios”, sino más bien alteraciones de la función pulmonar relevantes para la salud de un mayor número de individuos expuestos. Estas alteraciones que suponen una disminución de la función del pulmón tienen una relación con la disminución de la calidad de vida, con el gasto farmacéutico y sanitario y con el incremento de la morbilidad y mortalidad de la población afectada.
Estas formas de medir los efectos de la contaminación sobre la salud pueden parecer complejas pero son herramientas de trabajo de médicos, epidemiólogos y equipos multidisciplinarios básicamente sencillas y , lo que es muy importante señalar, no son costosas. La sociedad y los movimientos ciudadanos deben entender que la medición del impacto de la contaminación sobre la salud y sobre la economía es posible y de coste no elevado y deben reclamar la puesta en marcha de estas iniciativas para que una vez hechas las mediciones se tomen las oportunas medidas de limpieza del aire y desaparición de los contaminantes. Los ciudadanos y los movimientos sociales deben de exigir una atmosfera más limpia, más saludable y con menor coste económico y social. Esto es posible y debe reconocerse su necesidad.
Referencia: N. Künzli and cols. Swiss Study on Air Pollution and Lung Disease in Adults (SAPALDIA). Eur Respir J 2000; 15: 131 – 136
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