viernes, 12 de enero de 2018

El veneno es veneno

Charles Gasparovic
Cada mes crece el número de estudios que muestran que la contaminación del aire es nociva, incluso durante exposiciones de corta duración o a niveles mucho más bajos que las directrices vigentes de la Unión Europea. 

En uno de los estudios publicados en diciembre de 2017, realizado por investigadores de la Universidad de Harvard de EEUU, se mostró que cuanto más sube la media diaria de partículas de diámetro menor de 2,5 micrómetros (PM2,5), más aumentan las muertes en una población de personas mayores, incluso a niveles por debajo de 10 microgramos por metro cúbico (µg/m3). Concretamente, cada incremento en la media diaria de 10 µg/m3 fue asociado con un aumento de alrededor de 1% en la tasa de fallecimientos.

En otro estudio, publicado en International Journal of Cardiology 250 (2018) 35–42, investigadores de la Universidad Autónoma de Barcelona mostraron una asociación muy similar entre PM2,5 o PM10 (partículas de diámetro menor de 10 micrómetros) y la frecuencia de ingresos hospitalarios y muertes por infartos cardiacos. De nuevo, cada aumento en la media diaria de 10 µg/m3 , de PM2,5 o PM10, fue asociado con un aumento de alrededor de 1% en infartos y en muertes.

Pero los asturianos no necesitan recurrir a Boston ni a Barcelona para comprobar que existe una relación entre polución y enfermedades en nuestras ciudades. El Principado llevó a cabo un estudio epidemiológico, Calidad del Aire y Salud en Asturias. Informe epidemiológico 2016 [pdf: http://cort.as/mF4H], que muestra que las subidas en los ingresos hospitalarios en Gijón, Oviedo y Avilés por razones respiratorias o cardiovasculares están asociados con picos de contaminación.

En definitiva, varios estudios de diferentes partes del mundo apuntan a la misma conclusión: sea cual sea la dosis, el veneno es veneno. Según la Comisión de Contaminación y Salud del prestigiosa revista Lancet, el cóctel de veneno que respiramos en la mayoría de las ciudades del mundo es la mayor causa ambiental de enfermedad y muerte, responsable de más de nueve mil millones de muertes prematuras en 2015 (Lancet, 19 octubre 2017).

Por eso es difícil comprender algunos comentarios de las responsables de medio ambiente de Gijón cuando aseguran que episodios de picos de contaminación - como los causados por el reciente incendio del desguace - no son causas de preocupación en la población, que lo único importante es que la media diaria de contaminación sea menor que una directriz. Estas responsables deben seguir la evidencia científica más atentamente y recordar que las directrices son establecidas no por los científicos sino por los gobiernos u otras organizaciones como metas para reducir los efectos dañinos de la contaminación, no para eliminarlos. Es una mala interpretación de ellas concluir que un valor de contaminación menor de una directriz es, de repente, “sano y seguro” en vez de perjudicial. Al fin y al cabo, el veneno es veneno y, según la ciencia, sí, es causa de preocupación.

Charles Gasparovic, investigador en neurociencia en la Universidad de Nuevo México, EEUU
Gijón, 8 enero 2018
Publicado en La Nueva España 12/01/2018

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