La alcaldesa de Gijón, Ana González, y otros miembros de los gobiernos regionales han alabado recientemente la futura construcción en el Musel de una planta de conversión de residuos plásticos en “biocombustible” o “bioplástico”, como se han denominado los productos de la planta en varios artículos de la prensa. Un objetivo adicional, según ellos, es apoyar una “economía circular”.
No dan mucho detalles, pero no hay nada “bio” en la gran mayoría del plástico que usamos, al menos en el sentido normal del uso de la palabra, ni sobre el proceso que dicen se utilizará, la pirólisis, para convertir los plásticos en combustibles u otras productos.
El plástico es un material sintético, no biológico, y la mayoría se produce a partir de petróleo. Así que denominar a los combustibles hechos de plástico "biocombustibles" es como denominar biocombustibles a la gasolina o al diésel. Posiblemente están confundiéndolo con la conversión de biomasa (papel, madera, u otros desechos orgánicos) por pirolisis, pero la distinción es muy importante. Así que, para empezar, nuestros políticos y administradores tienen que comprender mejor, o comunicar mejor, exactamente lo que están comprando.
La pirólisis se basa en la ruptura de las cadenas poliméricas del plástico (o de biomasa) a temperaturas típicamente entre 400-800 C en una caldera con muy poco oxígeno y, en algunas, catalizadores. Se produce un liquido que puede tener una composición similar a destilados del petróleo, como el diésel. También se produce varios gases, algunos combustibles, y una resina. La composición exacta de los productos varía y depende en el tipo de plástico y los detalles del proceso.
Hay mucha investigación sobre variantes de este proceso. En los informes independientes (no de las impresas vendiendo plantas de pirólisis) con frecuencia se refieren a los diseños modernos con términos como “prometedores”. Pero la eficiencia energética, la viabilidad económica y las emisiones de contaminantes de pirólisis han sido cuestionados (Rollinson et al, Resources, Conservation & Recycling 141 (2019); Conesa et al., Sci Rep., (2020); Informe técnico para el gobierno alemán, Project No. Z 6 –30 345/18 Report No. 29217, (2015); Lopez et al., Renewable and Sustainable Energy Reviews, 2017 ). Y varias plantas existentes en el mundo no han logrado, con diferencia, producir el rendimiento prometido de productos químicos para reutilizarlos en la fabricación de nuevos plásticos (Chemical and Engineering News, Oct 11, 2020; Forbes, Jun 6, 2020).
También es cuestionable referirse al proceso de convertir el plástico en un combustible como un ejemplo de “economía circular”, al menos en el sentido habitual y medioambiental del término. Normalmente lo que significa economía circular es que los desechos de un producto no se tiran a un vertedero o se incineran, sino que se utilizan para fabricar otros productos. Aunque un combustible puede ser producido a partir de plástico, su uso es producir energía a través de la combustión, lo que genera gases de efecto invernadero y contaminación. Todo lo que un proceso bio pretende evitar.
Se ha comentado que la transformación de plástico en combustible parece más un proceso “lineal” que circular, empezando con el petróleo y acabando como combustible después de una breve desviación como plástico. Esta perspectiva puede ser discutible, como ya ha ocurrido en unos otros países del mundo donde plantas similares han sido construidas o propuestas, pero el hecho es que la conversión de residuos plásticos en combustibles, aunque puede ayudar a abordar el enorme problema de los residuos plásticos, no es muy sostenible en otros aspectos.
Así que lo que los ciudadanos necesitamos en este debate es información precisa de nuestras administraciones y gobernantes, no afirmaciones falsas o cuestionables. “Biocombustible” y “economía circular” suenan bien – muy verde, ecológico – pero ¿cuáles serían realmente los impactos ambientales? ¿Cuáles serían las emisiones, los residuos y el ruido de una planta química en una zona ya castigada por mucha contaminación industrial? Las respuestas a estas preguntas no deben sonar como si vinieran de la página web de la empresa que quiere construir la planta, sino de estudios independientes.
[Charles Gasparovic, investigador de la Universidad de Nuevo México, EEUU.
Una versión previa de este artículo fue publicada el 7/4/2021 por el diario El Comercio: https://www.elcomercio.es/opinion/carburante-plastico-solucion-20210407001215-ntvo.html]