miércoles, 8 de mayo de 2024

La quema de basura

Charles Gasparovic, El Comercio, 7/05/2024

La Unión Europea proclamó hace años que la incineración de basura genera emisiones muy tóxicas, incluyendo metales pesados, dioxinas y furanos, monóxido de carbono, partículas, cloruro de hidrógeno, fluoruro de hidrógeno, dióxido de azufre y óxidos de nitrógeno (Directiva 2000/76/EC*). Es un tema bien conocido por muchos asturianos, que recuerdan la larga historia de luchas vecinales contra la construcción de incineradoras en el Principado para proteger sus comunidades de otra fuente más de humos malos.

No obstante, este año otra forma de incineración de residuos municipales ha surgido en el Principado. Se llama ‘waste-to-energy’ en inglés, que quiere decir la incineración de residuos con fines energétícos. Para iniciar el proceso, el Consorcio para la Gestión de Residuos Sólidos de Asturias (Cogersa) va a convertir los residuos no reciclados en un producto llamado combustible sólido recuperado (CSR). Este CSR será destinado a ser quemado por alguna industria, por ejemplo, por Hunosa para generar calor en la térmica de La Pereda.

Todavía no sabemos la composición exacta del CSR que se producirá, pero según la lista de residuos no reciclados de Cogersa incluiría plásticos no reciclables, residuos electrónicos, textil sanitario, papel y cartón. Lo que sí sabemos es que, debido al bajo nivel del reciclaje en Asturias (solo alrededor del 30% del total de los deshechos), hay muchísimo por convertir. La producción de CSR se estima en 150.000 toneladas al año. Es decir, mucha basura se destinará a la quema.

Sin embargo, el proceso de convertir la basura en combustible no implica hacer desaparecer su potencial de formar toxinas, aunque se queme por su valor calorífico. Los plásticos y otras sustancias sintéticas que forman parte del CSR, por ejemplo, siguen generando óxidos de carbono, metales pesados, dioxinas, furanos y otras sustancias carcinógenas cuando se queman. En otras palabras, se aprovechará el calor de la incineración, pero el precio para la comunidad donde se quema seguirá siendo las emisiones tóxicas. Además, los gases de efecto invernadero emitidos contribuirán al cambio climático en todo el planeta, como cualquier otra forma de combustible basado en el carbono.

Por eso la UE planifica hacer reglas para reducir la incineración de residuos para generar calor. Su plan reconoce que quemar basura para energía, por la razón que sea, no tiene nada que ver con una ‘economía circular’, cuyo objetivo es reducir las emisiones de dióxido de carbono en la UE. Al contrario, solamente perpetúa la producción de productos no reciclables y emisiones de CO2 y sustancias tóxicas sin fin. El plan reconoce que la verdadera solución –una alcanzable y que fomenta la sostenibilidad– es reciclar más y, lo que es muy importante, reducir la producción de productos no reciclables o muy difíciles de reciclar. Entre los materiales en la última categoría son los plásticos, por lo menos tal y como se fabrican hoy en día. Más del 90% de los plásticos acaban en vertederos o incinerados porque no hay forma económica y ambientalmente viable de reciclarlos.

Aquí en Asturias –sea en Gijón, Oviedo, Avilés o Mieres–  los ciudadanos llevan años diciendo no a la quema de basura y, además, ya basta con el modelo de industria contaminante, con las soluciones de corto plazo que no apoyan un futuro más sano. Más de 5.000 vecinos salieron a las calles de Gijón para exigir un aire más limpio hace 6 años. Lamentablemente, este aire aún no ha llegado. En su lugar, hemos tenido mucha palabrería de nuestros políticos. 

Por ello, el 16 de mayo en Gijón, los vecinos volverán a salir a la calle.

__________________

(*) Refundida junto a otras directivas por la Directiva 2010/75/UE del Parlamento Europeo y del Consejo, de 24 de noviembre de 2010 , sobre las emisiones industriales (prevención y control integrados de la contaminación) (versión refundida)

Real Decreto 815/2013, de 18 de octubre, por el que se aprueba el Reglamento de emisiones industriales y de desarrollo de la Ley 16/2002, de 1 de julio, de prevención y control integrados de la contaminación.