La epidemiología ha jugado un papel crucial al identificar
la amenaza que la contaminación atmosférica representa para la salud. Los
estudios epidemiológicos proporcionan información clave para establecer los
estándares de calidad del aire que se deben conseguir para proteger la salud de
la población. En Europa, la OMS [Organización Mundial de la Salud] estima que
las elevadas concentraciones de partículas en suspensión se asocian con
alrededor de 300.000 defunciones prematuras anuales. Ese aumento en la
mortalidad hace que, en promedio, la esperanza de vida de cada europeo
disminuya en al menos un año.
La evidencia científica permite concluir que un aumento de
los niveles de PM [Material particulado atmosférico] conduce a excesos de
riesgo de mortalidad, en especial por causa cardiorrespiratoria, de
hospitalizaciones por enfermedad respiratoria y cardíaca, de agravamiento del
asma, de síntomas respiratorios persistentes, de alteración de la función
pulmonar y de discapacidad. Incluso si todavía no se conocen todos los
mecanismos biológicos de acción de las partículas, los resultados de estudios
epidemiológicos las señalan como un importante factor de riesgo para la salud,
tanto a corto como a largo plazo. Los niños, los ancianos y las personas que
sufren enfermedades respiratorias o cardiovasculares crónicas son los más
sensibles a los efectos de la contaminación atmosférica.
El impacto sanitario y el elevado coste económico que supone
la presencia de contaminantes en el aire justifican que se tomen medidas
sólidas para la reducción de la contaminación atmosférica. Los estudios de
intervención son útiles para cuantificar los beneficios en salud que ocasionan
las regulaciones sobre calidad del aire y las medidas de control de emisiones.
A corto plazo, el descenso de los niveles de contaminantes
en el aire supone mejoras en la salud de la población asmática. A largo plazo,
el impacto positivo en la salud es todavía mayor, dado que se reduce la
tendencia de la media anual de las muertes por todas las causas y por causas
específicas. Además, aumenta la esperanza de vida.
La información disponible sobre los efectos que causa la
contaminación atmosférica en la salud es suficientemente importante para actuar
y disminuir los niveles de contaminantes en nuestras ciudades. Las
intervenciones que comportan una mejora de la calidad del aire se acompañan de
beneficios sustanciales y apreciables en términos de salud pública. Se ha
comprobado que la adecuada gestión de la calidad del aire mejora la salud de la
población, ya que la reducción de los niveles de concentración de contaminantes
se ha asociado con el descenso de la morbilidad y mortalidad por todas las
causas y, en particular, por causa respiratoria y cardiovascular.
La contaminación atmosférica es un motivo serio de
preocupación sanitaria, pero existen posibilidades reales de acción si se
cuenta con firme voluntad política y conciencia ciudadana.
Las medidas encaminadas a conseguir un ambiente más limpio y
saludable son imprescindibles para tener un futuro realmente sostenible.
Fuente: Querol, Xavier; Viana, Mar; Moreno, Teresa; y Alastuey, Andrés (eds.) (2012): Bases científico-técnicas para un Plan Nacional de Mejora de la Calidad del Aire . Colección informes del CSIC, Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Madrid, págs. 299-300.
- Ficha del libro: http://editorial.csic.es/publicaciones/libros/12120/978-84-00-09475-1/bases-cientifico-tecnicas-para-un-plan-nacional-de.html
- Texto íntegro en pdf http://www.mapama.gob.es/es/calidad-y-evaluacion-ambiental/temas/atmosfera-y-calidad-del-aire/calidad-del-aire/documentacion-oficial/CALIDAD_AIRE_(alta)_tcm7-418947.pdf