La mayor parte de la población de Asturies respira
aire contaminado por partículas en suspensión y otros contaminantes como el
benceno. Recordemos que Asturies está a la cabeza de muertes por cáncer de
pulmón respecto al resto de Comunidades.
La Organización Mundial de la Salud (OMS)
considera que la contaminación con partículas conlleva efectos sanitarios incluso en
muy bajas concentraciones; de hecho, no se ha podido identificar ningún umbral
por debajo del cual no se hayan observado daños para la salud[1].
La Agencia Internacional de Investigación del
Cáncer (International Agency for Research
on Cancer, IARC), la entidad de la OMS dedicada al área del cáncer, ha
establecido con base en la evidencia científica disponible que la contaminación atmosférica tienen un
efecto carcinógeno en los seres humanos[2].
Estas evidencias mueven a la propia la OMS a revisar a la baja los valores
establecidos en sus Guías de Calidad del
Aire de 2005.
En este contexto, el control de la nocividad
ambiental no puede seguir basándose en la actual normativa estatal y comunitaria,
una legislación obsoleta en la que la presión empresarial está por encima del
conocimiento científico, la protección de la salud y el interés de la población.
No estamos en disposición de delegar ni ceder la
defensa de nuestra salud. La experiencia de quienes han tenido la
responsabilidad del Gobierno en Asturias desde hace ya más de 35 años, ha sido
la negación del problema, el disimulo y el engaño. Es necesario terminar con
los tiempos en los que los políticos actúan como intermediarios del poder
económico y exigir la defensa de los intereses de la ciudadanía; una política
que sea una ética de lo público.
En esta comunidad, los efectos perversos del
mercado cuestan la vida y la salud a centenares de personas
trabajadoras-ciudadanas, dentro y fuera del trabajo cada año.
Los procesos participativos resultan molestos para
quienes tienen la pretensión de que tan solo seamos ciudadanía votante que acude a las urnas cada cuatro
años.
La salud ni se vende ni se delega, se defiende.
Suscribimos este principio básico que ya tiene más de cincuenta años. La salud
necesita de la implicación colectiva y del consenso social que tienda a reducir
drásticamente los efectos negativos de la contaminación en la salud de la
población y en el medio ambiente.
El empleo industrial no se defiende con
instalaciones decadentes o con la falta del más mínimo respeto medioambiental.
La salud de los trabajadores y trabajadoras y de la ciudadanía no se puede
supeditar a la productividad y a los beneficios empresariales. Los costes medioambientales de no utilizar
las mejores técnicas industriales disponibles para la reducción de la
contaminación no se deben derivar al conjunto de la sociedad.
No
podemos permitirnos un sistema económico en guerra permanente con el planeta y
sus habitantes. Un sistema preocupado exclusivamente por la obtención del
máximo beneficio.
Para reducir la contaminación también resulta
necesaria:
- · La actuación decidida sobre el tráfico con planes de movilidad locales y regionales que potencien el transporte público y los medios no motorizados como la bicicleta o el tránsito peatonal. Medidas que mejoren y potencien el ferrocarril y que favorezcan una reducción significativa del uso del coche particular, promoviendo en paralelo acciones en favor de los vehículos menos contaminantes.
- · Planes de reducción del consumo de energía, con la mejora de los aislamientos de los edificios, y para renovar calefacciones y sistemas de climatización en instalaciones públicas y en pequeñas y medianas empresas.
- · Exigimos el compromiso de las diferentes Administraciones con un plan de residuos real y efectivo que favorezca el reciclaje y descarte de una vez y para siempre la instalación de una incineradora o el desvío de residuos para incinerarlos en determinadas instalaciones industriales.
- · Desmantelamiento de la regasificadora y el escrupuloso respeto a las zonas de seguridad mínimas de 2 km. para con la vecindad de cualquier proyecto o actividad industrial.
- · Exigimos transparencia y claridad, con aviso a la población a través de los medios de comunicación, cuando se produzcan situaciones de mala calidad del aire, así como la puesta en marcha de limitaciones reales a las actividades que generen contaminación por partículas en suspensión u otros contaminantes.
- · Demandamos de las diferentes Administraciones Públicas planes de actuación para terminar con la alta contaminación acústica que se sufre en determinados puntos de nuestra geografía, con independencia de que el origen de esta sea industrial, tráfico u ocio. La contaminación acústica tiene un gran impacto sobre la salud de las personas (audición, insomnio, irritabilidad, síntomas depresivos, falta de concentración, rendimiento menor en el trabajo y en los estudios). El sometimiento continuo a altos niveles de ruido puede terminar acarreando cambios vasculares y nerviosos que suponen un alto coste para la salud.
Las
organizaciones ciudadanas y las personas que suscribimos este manifiesto, promoveremos
campañas de información y movilización social, para exigir a las correspondientes Administraciones Públicas
el desarrollo de planes concretos para que
la población de los municipios con
problemas de contaminación pueda disfrutar de su derecho a respirar aire sano
y también la aplicación de cuantas medidas sean necesarias para reducir la
contaminación y cumplir así con su obligación en la defensa de la salud de la ciudadanía
asturiana.
Asturies, abril de 2017
[1] OMS: “Calidad del aire ambiente (exterior) y
salud”. Nota descriptiva.
Actualización de septiembre de 2016 http://www.who.int/mediacentre/factsheets/fs313/es
[2] “Outdoor Air Pollution”, IARC Monographs
on the Evaluation of Carcinogenic Risks to Humans, Volume 109 (2016) http://monographs.iarc.fr/ENG/Monographs/vol109/index.php